Enamorado

domingo, 15 de febrero de 2009

Aún recuerdo cuando papá me subía a hombros y me decía: "Cómo creces en cuestión de segundos, enana...", muchas veces me mostrabas cariño através de él y mamá. Nos pasábamos horas, solos, en el mismo lugar contemplando el mismo paisaje, dejando que el sol cambiase del cielo su matiz y, a su vez, el ambiente. Cada noche me escuchabas pedirte por ellos y darte las gracias.

A veces ignoraba que estuvieras presente, y con indiferencia actuaba como si de mí misma se tratase. Nunca me rechazaste un abrazo, y jamás pasaste por alto un ofensa a mi prójimo. Me llamaste, como aquella noche cuando todos dormían y por alguna razón creí encontrarte en el cuarto que se encontraba al final de las escaleras, en lo más alto, y me acerqué sin miedo, como quien se acerca a la fogata encontrando calor y descanso... tu fuego nunca se ha apagado.

Aun que lo sepas, recuérdalo. Aun que lo sepa, recuérdaselo.
Recuerdas el tiempo y los momentos que pasasteis juntos, pero escribir una historia juntos requiere también un presente. Sigue mirándote con ojos de padre, esos que con mirarlos sientes calidez y seguridad. Sigue esperándote con las mismas ansias como la primera vez que esperaste tú a esa persona sin parar de mirar el reloj. Sigue deseando escuchar tu voz cada mañana como la primera vez que esperaste conocer la de él/ella. Te llevará por jardines con olor a jazmín, te mostrará ríos veloces y montañas majestuosas, te cantará por las noches, te revelará secretos y quizá, algún día, puedas llegar a escuchar su palpitar.

Como la canción de Alex Sampedro:
Mira lo que puede hacer un Dios enamorado...