.Volver a la esencia.

jueves, 24 de abril de 2008



Todo empezó en mi habitación, luego pude experimentarlo pero en grupo. Eso fue en las reuniones de oración.

En ellas puedo escuchar hombres que piden un trabajo, que le salgan los papeles, madres rogando por sus hijos, viudas clamando por la sanidad de familiares que tienen lejos en su país... El sonido que se crea y el ambiente es parecido al que hay en las habitaciones de parto. No es un sonido forzado, como si la gente estuviera en un estado de histeria religiosa. Más bien es el sonido de un pueblo, un pequeño grupo que expresa con libertad las necesidades, deseos y anhelos que hay en sus corazones. Hombres que cargan con todo ello cada día de la semana y se les paga un salario indignante, que se abusa de ellos en el trabajo, madres que duermen dos horas esperando desveladas tumbadas en la cama y con el corazón inquieto y preocupado a que su hijo/a llegue a casa y en buenas condiciones... mujeres que trabajan 10 horas y se les paga como si fueran 5, que llegan a casa y no saben que noticia se vana encontrar, padres que imploran por su niño que sigue en cuba y las autoridades no permiten que salga del país y, mientras, ellos siguen trabajando duro en este país para poder darle a su hijo una mejor oportunidad y condición de vida.

Cuando oramos la atmósfera cambia y luego cambia aun más allá. Este tipo de oración tiene raíces antiguas. Se remonta al tiempo antes de Cristo, antes de David, incluso antes de que Moisés organizara un sistema formal de culto dentro del tabernáculo. La primera mención ocurre por allá Génesis 4:25, 26.

Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set:8 Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín. 26Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.

Las personas conocían a Dios como creador pero ahora comenzaba una relación colectiva. En algún momento... en alguna hora desconocida... se activó un instinto puesto por Dios en los corazones humanos. Clamar, implorar... cuando nuestro espíritu hace eso Dios menciona que es comparable a un perfume, una fragancia que llega hasta su presencia. Es cuando pedimos con todo nuestro ser y ese lugar parece un lugar de parto... duele, hay dolor y quebranto dentro pero luego el resultado es algo maravilloso... "Cuando estés listo para levantar tus manos, levántalas a mí."

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jer. 3:33

Por eso, quiero volver a la esencia del clamor, vivir una vida de oración, en lo intimo y en grupo, en mi habitación y en la iglesia, por la noche y durante el día, de lunes a domingo.

¿Quien dijo que no habrían respuestas?

0 comentarios:

 
[ Unwritten music ] - by Templates para novo blogger